MURAL CÚPULA HOSPITAL SANTO TOMÁS

100 años de Medicina

Mediante un refinado proceso de alegorías múltiples, el artista transmite al espectador su intuitiva y compleja visión de un Panamá que, en aquella sensibilidad artística siempre avanzada relativamente al hombre común, revela sorpresivamente las configuraciones de una identidad nacional en su pasado, en su presente y en su futuro.

Dos frisos- en una sucesión de verdes y azules – sustentan idealmente este tondo que surge como un círculo de luz, matizado de azules y blancos luminosos, en que se destaca una figura humana central que, en perfecto eje vertical, yergue a un niño, en una clara alegoría a los ideales de un futuro renacer a que se destina la patria de este artista.

En el primer friso, de matices verdes, en estilo primitivo y con valores sugerentes, predominan los motivos que rememoran lo puramente autóctono, lo telúrico con sus influencias mágicas o aquellos elementos representativos de una identidad de profundas raíces interioranas hechas de sol, vegetación, ríos y personajes míticos.

En el segundo, con coloraciones azules intensas, en estilo ecléctico y con valores representativos, aparece una serie de recuadros, donde se inscriben ora círculos envueltos por los antiguos laureles poéticos, ora paisajes idealizados, ora figuras humanas, donde el artista rinde, por la variante estilística y por su representación, un homenaje al muralismo de la primera República, un elemento de su formación pictórica en la lejana Veraguas de su adolescencia. Ahí evoca momentos sensibles e integradores de la historia de Panamá, valorizando aquellos aspectos identificadores de su expresión de nacionalidad.

A diferencia de sus obras anteriores que se caracterizaban por una multitud de motivos y personajes, dibujados en perfección, Aristides Ureña Ramos, en este domo, marca un proceso de evolución técnica, de síntesis de recursos estilísticos y de madurez artística, al dar relieve al dibujo de su figura central, aislándola entre luces y colores, añadiendo fuerza y movimiento al valor alegórico de estas dos figuras humanas que se continúan y se enlazan, en un diseño fluido, para representar aquella visión optimista de su Panamá.

El espectador es obligado, al enfrentarse a esta creación de elementos tan complejos y de valores estéticos amplios pero estrechamente relacionados, a reconstruir idealmente la secuencia de estas sugerencias alegóricas y representativas que expresan aquella honda percepción de un artista que, al transmigrar lleva la patria en su equipaje más íntimo, recordándola poéticamente en su pasado nostálgico, en su presente soñado o ideal y en un futuro de valores y esperanzas.

Así, sin negar sus orígenes primeros – visibles en estos frisos – y aceptando la influencia de una cultura humanista con la que convive hoy –presente en el diseño y en la composición de corte clásico de este tondo - Aristides Ureña Ramos, al homenajear a Panamá en su centenario, se renueva técnicamente, manteniéndose fiel a la temática de esta serie de pinturas que culmina su actual tendencia alegórica.

En un elocuente mensaje plástico al pueblo panameño, el hombre, sus raíces y su tierra se conjugan en sus vivencias pasadas y presentes, mediante una vívida secuencia lírica, para que se proyecte y se defina una nueva vida, pletórica de dinamismo y fuerza.

Dra. Angela de Picardi.